El arte de hilar las
fibras para formar un hilo es tan antiguo que sobrepasa las fechas históricas.
Se ha comprobado la existencia de algunos tejidos de fibras naturales
utilizados por el hombre de las cavernas cuando el mamut y otros animales
prehistóricos todavía vagaban por la faz de la tierra.
La hilatura en si no
responde al descubrimiento o invención de algún hombre o época; más bien se
trata de una acumulación de conocimientos y pequeños avances tecnológicos por
parte de millones de hombres, a través de miles de años de esfuerzos para
encontrar la mejor forma de satisfacer las necesidades de cada día.
En Europa Central, en el
cenagoso fondo de los lagos de Ginebra y Constanza se han encontrado algunos
manojos de lino limpio, listo para ser convertido en tela. Es la primera vez
que aparece una tela donde es evidente que este pueblo de la nueva edad de
piedra había aprendido a hacerla entretejiendo gruesas fibras de hierba. Porque
los hombres, probablemente, aprendieron a tejer antes de haber aprendido a
hilar, ya que había siempre hierbas y fibras a mano y resultaba bastante
sencillo tejerlas.

Desde luego cuando se inventó el arte de hilar, la lana se convirtió en el material más útil del mundo para hacer vestidos, para la gente que habitaba en climas fríos; aunque la gente seguía ocupando el lino. En el antiguo Egipto se ocupaba para poder envolver a sus faraones para sepultarlos, igualmente en los antiguos jeroglíficos aparecen hombres y mujeres ocupando en labores de hilanderías y tejeduría.
En la cultura China
encontramos el desarrollo de la seda. Hace unos cuarenta y seis siglos la reina
Si-Ling-Chi, ocupo por primera vez la seda al observar los capullos y con la
idea de obtener algo más de aquella hermosa y lustrosa hebras que lo componían,
se llego a decretar que sería ejecutada la persona que intentara sacar del país
algunos de los gusanos de seda o de las semillas de morera de que estos se
alimentaba.
Tal como lo atestiguan
las crónicas de la conquista el aprendizaje y la técnica del hilado y del
tejido en nuestras culturas indígenas tuvo origen mitológico “el dios Sadigua y
Bochica del enseñaron a hilar y tejer las antas, y del dejaban los telares
pintados en alginas piedras bruñida, como hoy se ve en algunas partes, por si
se les olvidaba lo que les enseñaba”.
La elaboración del hilo
con ayuda del huso manual fue desarrollada por los guanes, siendo común a
muchas culturas primitivas, y perdura hasta nuestros días como la primera y más
elemental técnica de hilado.
Según historiadores en el
antiguo Egipto y en la India, varios siglos antes de la era común ya se
empleaba un huso suspendido, que se hacía girar como un trompo en la mano del
hilandero, y al dejarse caer, estiraba y tocia las fibras.
La india fue el primer
país en utilizar la rueca, después llevada a Europa en el siglo XVI,
donde se empleaban dos tipos de ruecas, la Jersey donde iba de un extremo
a otro el hilandero, y la Sajonia que era más pequeña y llevaba un pedal.
En el siglo XVIII en la ciudad de Blackbum al carpintero Hargreaves, se le ocurrió construir un torno de hilar que hiciera más de una hilaza al a vez, pero solo producía hilaza gruesa. En 1769 Ricardo Arkwright patentó su invento, que realizaba una hilaza más rápido, para lo que Samuel Crompton, con su máquina llamada “mular de hilar”, trabajaba mejor, daba una hilaza muy linda.
Esta invenciones
modificaron el proceso de hilado, las cuales son las bases de la nuevas
máquinas de hoy día, que contienen miles de husos.
La hilatura es aún un
proceso en evolución, varias etapas se han automatizado, y generado grandes
intereses en la rapidez y sencillez de la hilatura con anillos, la hilatura de
cabo abierto elimina el paso por mechera y la torsión por anillos, se evitan
nudos, se necesita menos supervisión y se alcanzas velocidades de producción
más altas, más o menos tres veces que la del hilado con anillo
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